lunes, 27 de octubre de 2008

La botella

Quiero compartir con ustedes una reflexión maravillosa que nos desafía a confiar siempre en la provisión de Dios para nuestras vidas.


Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo.
El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía.
Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: "Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar".
El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua... ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada.
¿Qué debiera hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca... o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje?
¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no se cuánto tiempo atrás?
Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia... Agua fresca, cristalina.
Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase:
"Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente".

La Biblia nos alienta a confiar en Dios siempre. En Hebreos 11:1 nos dice: “Ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Como verdaderos cristianos que decimos ser, debemos confiar plenamente en la provisión de Dios para nuestra vida económica, sea cual sea la circunstancia por la que estamos pasando.
Otro versículo maravilloso que nos ayudará a comprender mejor cómo utilizar los recursos que Dios nos a confiado es Hechos 20:35 que dice así: “Más bienaventurada cosa es dar que recibir”.
Si pretendemos gozar de una vida financiera saludable, de acuerdo a los principios bíblicos, debemos poner siempre a los demás primero, de esta manera estaremos listos para recibir en nuestras vidas las bendiciones que el Señor nos ha preparado.
Que Dios los Bendiga abundantemente y los capacite cada día para poder compartir el “agua” con otras personas y de esa manera experimentar el verdadero gozo de la generosidad. Y les aseguro que nuestra “bomba” no dejará de darnos agua nunca más.

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