Cuando Salomón vino a ser rey, él quiso ser tan grande como su padre David…pero el clímax de su prioridad no fue un reino más grande o complacer a la gente mejor que su padre. El deseo de Salomón no fue tener más riquezas que su padre o ser más conocido que David. El deseo de él fue…ser sabio…y él le pidió sabiduría al Señor.
Salomón sabia que enfrentaría crisis en su reino y tendría que tomar duras y sólidas decisiones- Salomón complació al Señor por pedir sabiduría y no riquezas, porque al pedir sabiduría se estaba capacitando para gobernar al pueblo de Dios de la mejor manera posible.
Hoy necesitamos pedirle al Señor sabiduría también, de nada nos sirve agotarnos este día en el trabajo queriendo ganar más y más dinero.
¿De qué nos sirve comprar más y más cosas o ser más y más reconocidos en el mundo de los negocios, si no tenemos la sabiduría que Dios da?
¿Qué es sabiduría? Sabiduría es lo opuesto a confianza en sí mismo. Sabiduría es tomar decisiones y seguirlas pero confiando plenamente en Dios.
En cualquier momento de este día necesitamos hacer tiempo para consultar con Dios y decirle: ¿Señor estás de acuerdo con esta compra? Señor: ¿Quieres que se haga esta inversión o no? Debemos procurar recibir de él la orientación en la quietud del corazón. La sabiduría que hoy necesitamos es más preciosa que el oro y ninguna cosa que pueda desear es comparable a ella. Prov 8:11 nos dice: “Vale más la sabiduría que las piedras preciosas,
y ni lo más deseable se le compara.”
Necesitamos la sabiduría que Dios ofrece para tomar las decisiones financieras que enfrentaremos este día. Que nuestra oración sea “Señor, hoy quiero tener en mi corazón el mismo sentir de Salomón. No me des riquezas…ni fama….pero dame sabiduría”
Felíz día para todos.
miércoles, 2 de febrero de 2011
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